Priscila Roncancio

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Una paciente que parecía estar bien con los antidepresivos me dijo que los anuncios de los Juegos Olímpicos ya no la conmovían. Se reía al hablar de ello, renunciando alegremente al lado sentimental de su personalidad a cambio del alivio de la depresión y la ansiedad. Pero cuando ni siquiera pudo llorar en el funeral de su propia madre, el equilibrio se rompió. Dejó los antidepresivos, y poco tiempo después su capacidad de sentir emociones se amplió, incluyendo más depresión y ansiedad. Sin embargo, decidió que los bajones valían la pena si el resultado era sentirse humana.
Generación dopamina
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