Priscila Roncancio

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La respuesta es que una vez que comenzó a consumir cannabis dejó de estar regido por la razón, y pasó a estar dominado por el equilibrio placer-dolor. Un solo porro era suficiente para crear un estado de deseo que no dejaba espacio a la lógica. Bajo la influencia de la droga, ya no podía evaluar de forma objetiva las recompensas inmediatas de fumar frente a los beneficios a largo plazo de dejar de hacerlo. El descuento temporal dominaba su mundo.
Generación dopamina
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