Pero buscar el dolor es más difícil que buscar el placer. Va en contra de nuestro reflejo innato de evitar el dolor y perseguir el placer. Nos exige una mayor carga cognitiva: tenemos que recordar que sentiremos placer después del dolor, y somos notablemente amnésicos en este tipo de asuntos. Sé que tengo que volver a aprender las lecciones del dolor todas las mañanas, mientras me obligo a levantarme de la cama y hacer ejercicio.

