Juan Monsalve

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La llegada de la sopa hizo reinar el silencio entre la gente menuda, y la taciturnidad característica de los islandeses, incluso entre los muchachos, recobró de nuevo su imperio. Nuestro huésped nos sirvió una sopa de liquen que no era desagradable, y después, una enorme porción de pescado seco, nadando en mantequilla agria, que tenía lo menos veinte años. y muy preferible, por consiguiente, a la fresca, según las ideas gastronómicas de Islandia.
Journey to the Centre of the Earth
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