Yo contemplaba en silencio todas estas maravillas. Faltaban las palabras para manifestar mis sensaciones. Creía hallarme transportado a algún planeta remoto, a Neptuno o Urano, por ejemplo, y que en él presenciaba fenómenos de los que mi naturaleza terrenal no tenía noción alguna. Mis nuevas sensaciones requerían palabras nuevas, y mi imaginación no me las suministraba. Contemplábalo todo con muda admiración no exenta de cierto terror.