»Durante ocho siglos, los judíos vivieron con la tensión de entre los repetidos pronunciamientos de los profetas acerca de que el Día del Señor estaba cerca y la continuidad de la historia de Israel. Y aun así los seguidores de esos profetas registraron, va-loraron y preservaron las palabras proféticas. Dado que los seguidores de Jesús lo miraban como a alguien superior a un profeta, parece muy razonable que hubieran hecho lo mismo.»