»Sin embargo, los apóstoles estuvieron dispuestos a morir por algo que ellos habían visto con sus propios ojos y tocado con sus propias manos. Estaban en una posición única: no solo creían que Jesús se levantó de entre los muertos sino que lo sabían con certeza. Y cuando uno tiene once personas confiables sin motivos ulteriores, sin nada que ganar y mucho que perder, quienes todos concuerdan en que observaron algo con sus propios ojos; ahora sí que tiene alguna dificultad para descartarlo.