—Jesús pensaba que él era la persona designada por Dios para traer a la historia humana de la suprema obra redentora de Dios. Creía que era el representante de Dios para llevarla a cabo, que había sido autorizado por Dios, que hablaba por Dios, y que era dirigido por Dios para realizar esa tarea. Por lo tanto, lo que dijo Jesús, lo dijo Dios. Lo que hizo Jesús fue la obra de Dios.