»En segundo lugar, Herodes el Grande era un rey sediento de sangre: mató a miembros de su propia familia; ejecutó a muchas personas que según él podrían desafiarlo. Entonces el hecho de que matara algunos niños en Belén no va a cautivar la atención del pueblo en el mundo romano. »Y en tercer lugar, no había ni televisión, ni radio, ni diarios. Hubiera tardado mucho tiempo en correr la voz, especialmente de un pueblecito de montaña en el medio de la nada, y los historia-dores tenían