More on this book
Kindle Notes & Highlights
—Sienna, ¿crees que puedes decirme eso y no esperar que te haga todo lo que quiero hacerte?
Apuesto a que nunca te había pateado el culo un tío con más sombra de ojos que tu madre, gilipollas! — les grita Brandon.
comprendí que solo era una palabra con la que los hombres intentan humillar a las mujeres que les dan miedo y que no se pliegan ante lo que ellos quieren, y dejó de importarme. Que me llamen puta y yo lo aceptaré encantada.
—No sé muy bien cómo encajar eso. —Por supuesto que no sabes. Tienes el cerebro de un cacahuete, así que no me extraña. —¿Entonces por qué cojones saliste conmigo de fiesta ayer? —Porque no tenía a nadie mejor a quién mirarle el paquete, Brandon. Supéralo. —¿Ves cómo eres una zorra cabrona? —¿Más café? —¿Me vas a echar matarratas en él?
Sabes? Te vi actuar una noche en el Roxy, hace medio año. Puede que creas que no estás preparada para ellos.
Pero créeme, Sienna… son ellos los no están preparados para ti.
Desde luego, Brandon empieza a pensar que los dioses están jugando con él, porque cada vez que la mira no puede dejar de tener la sensación que todo él está hecho para caer a los pies de esa cabrona que disfruta calentándolo y llamándolo pedazo de capullo.
—¿Y si te dijese que os quiero a los dos, juntos y para mí?
—Muñeca, llevas la palabra problema escrita en los ojos…
—...y nunca he querido meterme más en problemas que en este mismo jodido momento.
—Entonces yo no puedo imaginarte a ti fracasando.
—Contigo quiero muchas cosas.
—Muñeca… si tengo que ser un fugitivo, que sea contigo.
Porque tú nunca podrías ser una más. No tú, Sienna.
—No. Me encanta ver que te lo pasas bien, aunque no sea conmigo. Me encanta que te importe una mierda el qué dirán, siempre y cuando tú consigas lo que quieras. Me encanta que el mundo te la sude por completo. Me encanta que no pidas perdón. «Me encantas tú» se calla Brandon. —Hueles a humo y a fuego. — murmura aspirando el olor de ella. —El puto fuego…— suspira Sienna, sin poder evitarlo.
—Nos comportaremos con normalidad esta noche en la fiesta del Eden. Beberemos juntos, bailaremos juntos y nos besaremos. —Con lengua. —¡Brandon, estoy hablando en serio! — le pega una patada frustrada Sienna. —Y yo también: estoy totalmente comprometido con mi papel.
—Me encanta cuando eres una zorra cabrona. —Que empiece la fiesta, cielo. Y nunca mejor dicho.
—Pues me alegro por ellos. Aunque la verdad… si ellos rompen el pacto no veo porque los demás debemos mantenerlo. ¿Qué opinas, Seamus? —¿Qué opino de qué? —Que si follamos de una vez, imbécil.
Y qué quieres? — Te quiero entera. Toda la noche. Y dicho y hecho, Brandon la agarra por la cintura y se la coloca sobre los hombros como si fuera un vulgar paquete. —¡Brandon, que no llevo bragas! — exclama ella a sus espaldas, golpeándolo en la espalda. Brandon responde con un suave cachete en sus muslos. El vestido se le ha subido lo suficiente para enseñar parte de las nalgas. —Tampoco es que las vayas a necesitar. Además, ¿no querías dar un buen espectáculo? Bueno, muñeca, pues ahí lo tienes.
Basta de juegos. Basta de fingir que esa chica no lo está volviendo loco poco a poco. Basta de hacerse el duro. Basta. Basta de todo.
—Me vas a volver loco, Sienna.
—Tú ya me vuelves loca. — se sincera, dejando escapar una exhalación que sale directa de sus pulmones. Nunca le ha dicho eso a ningún hombre. A ninguno.
—Por estas cosas me dejas así de mojada.
—Me vas a volver loco en todos los sentidos en que se puede volver loco a un hombre.
«Yo solo me imagino estando contigo».
—La única reina del Rocket es ella, amigo. — replica Brandon mirando a Sienna.
Cuando Sienna sube al Rocket nota una estruendosa palmada en su trasero de parte de Fleadog y se gira para mirar al conductor furiosa. —¡Fleadog, eres un gilipollas! ¡Pienso quemarte las cejas en cuanto te descuides! —¡Esa es mi puta chica sureña! ¿Y tú qué miras, irlandés? ¡ARRIBA! Y para su sorpresa, Brandon también se lleva una sonora cachetada contra sus pantalones de mezclilla. Sienna se retuerce de risa al ver su cara de sorpresa. —¡Privilegios del puto chófer, chicos! Y ahora sí, nos largamos de aquí cagando leches.
Sienna contempla a Brandon cantar: siempre se ha caracterizado por una energía incontrolable sobre el escenario, pero nunca lo ha visto sonreír y divertirse cantando como lo hace ahora. Esa sonrisa que es pura alegría lo convierte en alguien aún más atractivo, más liberado, más auténtico de lo que ya es. Se sorprende pensando que podía acostumbrarse a ver esa sonrisa tan puramente libre cada día.
Aunque con quien realmente quiero pasar la noche es contigo, zorra cabrona. Eres tozuda, estás completamente loca y cuando quieres sueltas veneno por la boca. Así que no sé cómo lo has logrado, pero te has convertido en una de mis personas favoritas.
Qué haces? — atiende a preguntar, dejándose envolver por todo él. —Lo que más me apetece en este momento: estar contigo.
Es solo entonces cuando comprende que ver feliz a Brandon también la hace feliz a ella.
Te han dicho alguna vez que eres preciosa? —La verdad es que sí. — se ríe ella, ladeando la cabeza. —No. No preciosa por fuera, que lo eres. Me refiero a toda tú, Sienna.
—Nunca he conocido a nadie como tú. Eres única. Y cada vez que te miro, que te escucho reír, que te veo insultar a alguien, que te disfruto cantando las canciones de Killercats, que te tengo para mí, aunque sea para un polvo rápido contra un amplificador, me haces sentir que estoy en casa. —Brandon…
—No, no lo necesito. A estas cosas me refiero cuando te digo que eres preciosa, Sienna. Muerdes y peleas, pero puedes ser de terciopelo también. Podrías incendiar todo y reducirlo a cenizas y te dejarían marchar de rositas con esa sonrisa tan tuya que solo dejas ver a los que de verdad quieres. Eres mi chica favorita del Strip.
—Yo hace tiempo que dejé de fingir contigo, Sienna. — ladea la cabeza Brandon mientras enciende un cigarrillo. — Estos dos meses a tu lado han sido geniales. Hacía tiempo que nadie me hacía sentir que estaba a punto de ser detenido, apaleado o empotrado contra la pared en cualquier momento.
—Eres de lo que no hay.
—Pues anda que tú… puede que seas una zorra cabrona, pero siempre te voy a considerar mi incendiaria, pirada, dulce chica del Strip. Mi favorita. Estoy seguro que no voy a conocer a nadie como tú por muchas giras mundiales que haga. —Me desarmas cuando me dices esas cosas, Brandon. —Más desarmado estoy yo contigo.
—Cuando no te tengo delante, Sienna, se me olvida lo preciosa que eres. — expresa Brandon ladeando la cabeza para contemplarla de arriba a abajo sin cortarse un pelo. — Cada vez que te veo se me hincha la polla.
Porque no he conocido a nadie como tú, y dudo que nunca lo haga. Me dijiste en la azotea de mi apartamento, aquella noche antes de irnos de gira, que si te probaba el resto de mujeres me iban a saber a poco. Tenías toda la razón, maldita zorra cabrona.
—Te mentiría si te dijese que no soy feliz sin ti. Sería una de esas frases sensibleras que muchos fantasmas utilizarían para meterse en la cama de una chica. Pero Sienna… sería infinitamente más feliz si estuviéramos juntos. Hoy, mañana y quien sabe, puede que para siempre.
Yo no quiero estar con Samira, muñeca, no. Ya te lo dije esa noche en tu apartamento y te lo voy a volver a repetir porque al parecer soy un grandísimo bocazas: con la única zorra cabrona con la que quiero compartir mi vida es contigo, Sienna. Quiero vivir contigo, follar contigo, reír contigo. Te quiero libre a mi lado, disfrutando de la vida como siempre has hecho. Sin ataduras, sin límites, sin celos, sin nada más que tú y yo y el Strip a nuestros pies. Quiero lo que teníamos en la gira, pero lo quiero para siempre. Contigo, Sienna, siempre contigo.