En todos los matrimonios, hasta en los que mejor se llevan, hay días en que uno puede decir «Hoy no te soporto» o «No me soporto a mí mismo y, de rebote, tampoco a ti». Es normal y significa que esa relación es real. Hemos idealizado tanto el amor que nos hemos creído que la relación perfecta es aquella en la que nunca hay discrepancias, enfados, desencuentros. Pero no es cierto: uno de los ingredientes de las relaciones afectivas es, precisamente, el desencuentro,

