Surrender: 40 canciones, una historia (Spanish Edition)

by Bono

Derek Rowen, o Guggi, ha sido mi mejor amigo desde que yo tenía tres años y él cuatro, a pesar de que él asegura que solo se hizo amigo mío porque teníamos un columpio en el patio de atrás.

Guggi no solo fue quien me puso el nombre de Bono;

Radar, su hermano más pequeño, el cual apareció en la cubierta de los dos primeros álbumes de U2, Boy y War.

Bono era una abreviatura de Bono Vox of O’Connell Street, pero de chaval Guggi no era ningún erudito del latín. La asociación con «Buena Voz» fue una grata coincidencia.

Bono Vox era una tienda de audífonos de Dublín.

Aquel solo de guitarra tan complicado que estaba punteando en ese preciso momento en el pasillo del colegio era del álbum de Yes titulado Close to the Edge (ya lo sé) y en él salían armónicos, esas notas que sonaban como campanillas por las que luego se haría famoso.

Como empresario nato, Adam organizó nuestros primeros espectáculos y fichó a Steve Averill,

A lo largo de varias décadas, se convertiría en una pieza clave en la dirección de arte y el lenguaje visual que desarrollamos, pero empezó su labor haciendo un poco de hermano mayor de Adam y dándonos nombre. U2.

Hay algo en U2 que nunca puede ser ni demasiado engreído ni cool. Nuestra mejor obra nunca está lejos de la peor y, cuando nos ponemos demasiado profesionales o demasiado modernos, parece que nuestro público mengua.

El fracaso es cuando les das la razón a tus enemigos al confirmarles que hacían bien en tenerte en la lista negra.

Al subir al ring, el púgil más preparado es el que ha intentado conocer a su adversario. Sobre todo si eres tú mismo.