Incluso lo más pequeño que permitimos en nuestra vida que no está bajo el control del Espíritu Santo es completamente suficiente para producir confusión espiritual; y pasar todo nuestro tiempo pensando en ello nunca lo aclarará. La confusión espiritual solo puede ser superada por medio de la obediencia. Tan pronto como obedecemos, tenemos discernimiento.

