Si simplemente predicamos los efectos de la redención en la vida humana en lugar de la verdad revelada y divina sobre Jesús mismo, el resultado no es un nuevo nacimiento en aquellos que escuchan. El resultado es un estilo de vida religioso refinado, y el Espíritu de Dios no puede dar testimonio de ese nuevo nacimiento porque tal predicación está en un reino que no es el suyo.

