More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
Más vale un por si acaso —argumentó el mayor— que un quién lo iba a decir.
Ésas son cosas de la suerte —suspiró filosófico Garza—. Las balas las disparan los hombres y las reparte Dios.
Vivir suspendido en la aventura de un prolongado presente.
Tragedias heroicas que acaban en vodeviles grotescos, beneficiando a los de siempre. Pocos revolucionarios siguen siéndolo cuando alcanzan el poder.
Es fácil creerse arriba cuando quienes se empuercan las manos son otros.
La distancia y el tiempo matan muchas cosas.
Me temo que las buenas intenciones no bastan para gobernar, mi coronel.
De qué revolución me habla. Ésa se disuelve en traiciones y mentiras. Los ricos son los de antes; y los pobres, también.
Más vale un por si acaso que un quién lo hubiera dicho, recordó. Eso acostumbraba a decir Genovevo Garza.
Siempre hay alguien, pensó, que va más allá.
¿No has visto nunca a dos niños pequeños, niño y niña?… Él suele ser un trocito estúpido de carne que se divierte con cualquier cosa. Ella es unos ojos que miran, que calculan.
Los hombres sois peligrosos por vuestra brutalidad —añadió, despectiva—. Las mujeres lo somos por nuestros silencios…
Cuando te toca, ni aunque te quites; y cuando no te toca, ni aunque te pongas.
A fin de cuentas, pensó, los seres humanos llevaban muriendo cientos de miles de años, desde que el mundo existía, y eso no alteraba el resultado final. El universo seguía girando impasible, como si tal cosa. En ese instante, en todos los lugares del planeta nacían nuevas vidas que habrían de morir tarde o temprano.
la gente se mira cada vez menos a los ojos.