En esta área siempre vale lo que manifiesta el paciente. Nunca se duda de su palabra. De esta premisa se desprende el ADN paliativo. Una persona puede sufrir por un dolor en el cuerpo, una lesión, una fractura, algo visible y fácilmente identificable. Pero el sufrimiento tal como lo entendemos los profesionales de paliativos es más amplio que el dolor somático, y puede responder a múltiples factores.