Acompañar las emociones de alguien que sufre no es sinónimo de “arreglar” la tristeza ni de “resolver” o “erradicar” el temor o el enojo. Cuando estas emociones aparecen nos muestran algo, nos comunican algo. Entonces se debería habilitar la posibilidad de que sean expresadas, darle tiempo y permiso a la persona que acompañamos para que atraviese todo el proceso que esta emoción le trae.