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Nunca te metas con la familia de los otros aunque sea la misma que la tuya.
No todos los hijos tienen semejante furia contra los padres que abandonan, pero mis hermanos sí la tenían y yo no podía traicionar a la tribu sintiendo otra cosa, mi llamado a la pertenencia era esa rabia.
mis hermanos y yo habíamos pactado desde el enojo;
Por enojo tuve gastritis crónica, esofagitis y una hernia hiatal.
No hay familia sin herida. Del deseo y la capacidad de traicionar esa herida para luego reconciliarnos con ella es que nos volvemos individuos nuevos.
La vergüenza congela, inmoviliza.
la vergüenza atenta contra algo informe pero inmenso: la conciencia distorsionada de ti misma. Tú eres la que tiene algo mal dentro, la que se vuelve un espíritu defectuoso, un ser indigno.
la ansiedad es la cara fea de la tristeza, que es mejor estar triste y llorar que sentirse ansiosa y desesperada.
Aún me ocurre que establezco cierta sinestesia con las emociones intensas de otras personas.
La ansiedad me hizo recorrer tantas veces aquel ciclo maldito que mi madre repetía: agredir y luego pedir perdón. Quienes viven cerca de una persona con un trastorno de ansiedad saben que a veces nos ganan los demonios;
Pero yo igual tenía una fantasía, encontrar a un novio universitario que tuviera un papá que me adorara.
qué es el amor he pensado que mi padre depositó en esa hija a la que cuidó y esperó en las salas vacías de los hospitales, tal cantidad de amor que a ella le alcanzó después para cuidarnos a los otros.