Más de veinte años después puedo decir que mi alma ansiosa es también una aliada para la creatividad, para no estancarse, para no olvidar que estamos hechos de membrana humana, he aprendido a aceptarlo y he aprendido que, con la ansiedad, como quizá diría Quevedo, no queda sino batirnos —sabiendo que unas veces vas a ganar y muchas veces vas a perder.