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La historia era la misma, pero yo había movido el lugar desde donde la veía. El verdadero milagro es cambiar el punto de vista.
El cuerpo es Dios y el Diablo, el cuerpo es milagroso y maligno, hay que creer en el cuerpo y adorarlo, seguir sus designios, su mandato.
Los libros orientan la vela de mi barco ante cualquier mar desconocido.
Existe una cofradía de la ansiedad, ustedes y yo: insomnes, hiperactivos mentales, taquicárdicos de la sala de espera del consultorio médico, migrañosos de la oficina, flacos a mansalva y devoradores sin remedio, sabemos quiénes somos. Hay consuelo en reconocernos.
Yo pensé más de una vez que mi madre estaba obligada a ser Rambo y la mamá de Bambi al mismo tiempo.