Kindle Notes & Highlights
Dale todos los besos que puedas, dile cuánto la amas, lo que significa para ti y que ella pueda sentir tu amor, y no tu dolor».
Muchas veces vamos a querer que nuestro cónyuge, hermanos o familia, se sientan y reaccionen igual que nosotros, pero esto será imposible, ya que somos personas distintas, aunque compartamos el mismo dolor.
El duelo no tiene fecha límite;
Cuando el corazón de una mujer se convierte en corazón de madre, nunca más vuelve a ser el mismo.
Aquella noche, esas palabras se quedaron en mi corazón. Lo que podía escuchar, lo que expresaban esas palabras era amargura, frustración y, lejos de habernos afectado, John y yo tomamos una decisión. Ese día decidimos tomar la mejor actitud para poder salir adelante.
Desde que ingresó la primera vez al hospital, muchas personas llegaban a la casa de mis papás para fortalecernos con palabras de aliento y esperanza. Pero siempre me preguntaba en mi interior: «¿Qué pasa si Dios se la quiere llevar?».
A través de este proceso pude comprender que, Dios ve toda nuestra vida, no como un momento, sino como un todo.
la fe es necesaria para creer en los milagros, pero es fundamental para aceptar la voluntad de Dios.
«Papá, quiero que hoy elijas por mí, porque siempre escoges mejores juguetes que yo».
Puedo comprender que, a través de mi dolor, Dios ha podido consolar a muchos.
El dolor es personal, y la forma de atravesarlo también lo es. Sin embargo, frente al dolor, la compañía siempre ayuda, pero es fundamental que las personas a nuestro alrededor no traten de entendernos: con solo acompañar, están apoyando.
«Raquel, Dios también vio morir a su hijo. Él te entiende».
«Camila no es la hija que trajo dolor: es la hija que trajo propósito».
Para una Navidad, recuerdo a mi papá comentarme que Dios tuvo una silla vacía los treinta y tres años que Jesús había estado en la tierra y que Él entendía perfectamente el sentimiento de ausencia.
La comparación siempre te llevará a la frustración
Esta vulnerabilidad al dolor hace que nos aislemos, porque es muy humano mostrar una «fachada», cuando, en realidad, nos sentimos de otra manera.
«El mejor tributo que les podemos dar a los que ya no están es seguir viviendo».
Modificar el ambiente o las circunstancias no evita el dolor: donde quiera que vamos, este sentimiento va con nosotros.
Es el cambio en mi corazón, en mis sentimientos, en mi mente, es llorar y vivir el dolor, lo que me hace sanar, no el salir corriendo sin querer enfrentar las circunstancias
Creo que ese tiempo extra para analizar nos deja ver claramente.
La infelicidad se debe a nuestras propias decisiones.
Es hora de que hagas un alto en el camino, cambies de perspectiva, cambies de anteojos, para hacerle campo a un nuevo comienzoa un nuevo amanecer.
cuando enterramos al ser querido y lo abrazamos por última vez, ese —sin lugar a dudas— es el peor día».
desapegarnos no significa olvidar, jamás, sino que —de una manera saludable— lo podemos recordar, aprender a vivir con el dolor.
Déjenla que vuele alto como vuelan las águilas, más allá de las nubes y de las montañas donde solo el recuerdo y el amor del corazón pueden alcanzarla.
Al pensar en los demás, nos quitamos el rol de víctima e iniciamos una etapa en donde pensamos en que podemos servir a los que lo necesitan, es decir, que la experiencia dolorosa se convierta en aprendizaje.
No todos los días son buenos, pero debo ser firme con mis decisiones.
Para poder avanzar, debo aceptar que mi vida cambió, que no puedo volver a lo que yo tenía anteriormente.
La resiliencia dependerá SIEMPRE de mí, de mi capacidad de resistir, de mi lucha. Las circunstancias que enfrentamos pueden variar, pero nuestra actitud ante esta siempre deberá ser la misma: debo salir adelante.
para poder aprender a vivir con el dolor de una pérdida es necesario ser intencional.
los límites son mentales; únicamente nosotros mismos podemos sobreponernos a estos para lograr nuestros objetivos.
He llegado a la conclusión de que, al enfrentar una pérdida, las palabras sobran, porque no hay nada que yo pueda decir que pueda llevarse el dolor del corazón de las personas. Ahora bien, un abrazo, o un acompañamiento hace mucho más que mil palabras.
La mejor manera de aprender a lidiar con el duelo es vivirlo.
«Él les enjugará toda lágrima de los ojos. Ya no habrá muerte, ni llanto, ni lamento ni dolor, porque las primeras cosas han dejado de existir. El que estaba sentado en el trono dijo: “¡Yo hago nuevas todas las cosas!” Y añadió: “Escribe, porque estas palabras son verdaderas y dignas de confianza.”» Apocalipsis 21:4-5