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Dicen por ahí que las madres saben todo. Pero La Grace no estaba preparada para saber nada.
Tres meses después, la hija travesti de Don Sosa y La Grace, o sea yo —en la escritura es inútil disfrazar una primera persona porque los escritos comienzan a enfermarse a los tres o cuatro párrafos—, estrenaba Carnes Tolendas. Porque además de gustarme ser puta, me gustaba el teatro.
Pero las noches de suerte son escasas y espaciadas entre miles de noches tristes, repetidas una tras otra, donde la ganancia apenas alcanza para un cuarto de pan negro. Épocas del año en que ser prostituta pesa como un abrigo de piedras.
el odio que nos tienen es patrimonio de la humanidad.
Me ardió, fue eterno, hay que morir en una hoguera para saber cuánto tiempo es la eternidad.

