Este santuario estaba dedicado en un principio a Gaia —explicó Sila—. Lo custodiaba una serpiente gigante llamada Pitón, hija de la diosa. Cuentan que Apolo mató a esa serpiente, ganando para sí el oráculo y el nombre de Apolo Pitio, y encomendó a las mujeres que fueran sus sacerdotisas llamándolas «pitonisas» o «pitias» en memoria del reptil destruido para controlar el templo.

