No entiendes la auténtica dimensión del problema al que te enfrentas, muchacho. Tus enemigos, que son los míos, te perdonarán cualquier cosa menos una: Sila no te perdonará nunca que seas mi sobrino, y Dolabela, su mano derecha, su perro de presa, aún menos. Lo siento, muchacho, tendrás que vivir con ello. Tendrás que intentar sobrevivir a ello.

