Aquello no era de extrañar: era el sacerdocio de más prestigio en Roma, pero sujeto a una serie de limitaciones para quien lo ostentaba que resultaban francamente incómodas, por no decir casi imposibles de cumplir: el flamen Dialis no podía pernoctar fuera de Roma más de una noche seguida; de hecho, debía dormir en su propia cama con frecuencia, sin ausentarse de su lecho más de tres días consecutivos; no podía desnudarse en público, lo que le impedía el uso de termas públicas, tan deseadas por los romanos de toda condición; no podía llevar anillos que rodearan un dedo por completo ni tocar
...more

