Miles de personas que no tenían nada y, en consecuencia, nada tenían que perder y sí, en cambio, mucho que ganar combatiendo si se les ofrecían los medios para ello y algo revolucionario: un sueldo que se denominó salarium, en la medida en que muchas veces se pagaría a los legionarios con sal, esencial para conservar alimentos.

