Había que comer, supongo, y al estar sometido a un régimen nacional-folclorista, a Gutiérrez Soto no le quedó más remedio que folclorizar su arquitectura para caer en gracia a los prebostes de la época, más preocupados por que España fuese grande, que por que fuese libre, y mucho menos moderna. Y así pasó, que al final les quedó un país pequeño y antiguo y que muera la inteligencia.