Tanto Moisés como Jesús ayunaron durante cuarenta días (v. Ex 34, 28 y Mt 4, 2) y los dos enunciaron su propia «ley» desde un monte: en el caso de Moisés, los Diez Mandamientos del monte Sinaí; en el de Jesús, el sermón de la montaña. Jesús compara los panes multiplicados con el maná recibido en el desierto (Jn 6, 49). Otro vestigio del Éxodo es la alusión de Jesús a la serpiente de bronce levantada por Moisés, aplicándola a su propia muerte redentora (Jn 3, 14).