Puede que exista cierta semejanza entre la cabeza del cordero rodeada de sus entrañas y la corona de espinas de Jesús (Mt 27, 29; Mc 15, 17; Jn 19, 2)… La similitud entre el cordero con su casco de entrañas y Jesús coronado puede tomarse como una evidencia adicional de la conexión entre ambos[4].