Naird

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Su padre la llevó consigo a pescar desde los pilotes cercanos a la orilla, y ella estuvo mirándome un rato. Yo me agarré a los comentarios habituales: “¿Eres de aquí?”, “¿Sabes hablar el idioma empíreo?”, “¿Qué eres?”. Pero Emahla buscó un palo y empezó a escarbar conmigo. “Te apuesto a que encuentro más almejas que tú”, me dijo. A partir de ese momento, nos hicimos amigos.
La hija de los huesos (El imperio hundido, #1)
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