Yo debería haber sido navegante y tener a Emahla esperándome en casa y uno o dos niños correteando alrededor de ella. Cerré los ojos un instante, esperando a que me rebasara la ola. Aquella no era mi vida. Mi vida era esta. —Arrodíllate —dijo Lin. Su voz reverberó por el patio y llenó el espacio. En las manos sostenía un medallón. Me arrodillé. Mefi se sentó a mi lado. —Jovis de Anau, antiguo navegante imperial, te ofrezco el puesto de capitán de la Guardia Imperial. Has de saber que dicho puesto entraña grandes responsabilidades. Debes jurarme lealtad a mí, al Imperio y a todas las islas
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