Sabían hacer que soplara viento cuando ellos quisieran, vivían miles de años y nadie se atrevía a desafiarlos. Cada uno gobernaba una isla. Podía ser un sueño o una pesadilla, dependiendo de a quién se preguntase. Si uno no estaba de acuerdo con el modo en que hacían las cosas, no podía discrepar. Pero la situación no se volvió grave de verdad hasta que empezaron a guerrear entre sí. Su capacidad de destrucción era inmensa.