¿Eres tú? —le pregunté a Mefi. —Quizá —respondió él con su vocecilla chillona. Como si supiese lo que estaba pensando yo. Me llevé un susto de muerte. —¿Cómo que “quizá”? Después de pasarte varios días bombardeándome con “no bueno” y “muy bueno”, ¿ahora me sales con un “quizá”? —Estoy aprendiendo. No sé. Muchas cosas no sé —respondió Mefi frotándome la oreja con su hocico húmedo.