—No lo soy. —Me levanté la manga lo suficiente para que viera el conejo tatuado. Danila miró el tatuaje y luego me miró a mí. Primero entrecerró los ojos y después los abrió como platos. —Jovis —dijo en un susurro—. Eres ese contrabandista. —Preferiría “el contrabandista de más éxito de los cien últimos años”, pero me conformaré con “ese contrabandista”.