Naird

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Tuve que apartar las mantas y empujar a Mefi con mi mano libre para darme cuenta de que se me habían ido los dolores de la paliza del Ioph Carn. Me quedé paralizado. Me estiré hacia un lado esperando una fuerte punzada de dolor en las costillas. Nada. A continuación aparté el resto de las mantas, me levanté la camisa y busqué hematomas. Ah, aún los tenía. Toqué uno a modo de experimento, solo por si acaso. Sí, me dolía. Pero no parecía tan inflamado como el día anterior.
La hija de los huesos (El imperio hundido, #1)
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