Naird

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Me había llevado la cuchara a la boca y tenía la cabeza inclinada hacia mi plato, cuando de pronto mi vista se desvió hacia una ventana abierta. En ella estaba sentado un constructo espía que nos observaba con unos ojillos negros y brillantes. No era mi constructo. ¿Qué habría visto? ¿Qué habría oído? Me levanté rápidamente de la silla sin darme cuenta, la presencia de un constructo no se me iba nunca de la cabeza.
La hija de los huesos (El imperio hundido, #1)
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