¿Es la décima vez que me lo pides? ¿La undécima? —Te lo pediría un millar de veces si supiera que al final ibas a decirme que sí. —Ahora eres la gobernadora. No debería permitirte que te degradaras de ese modo. Phalue le apretó las manos y le preguntó en voz baja, sin aliento: —¿Eso es un sí? Ranami había pensado que el amor que las unía a ambas terminaría en un desastre. Y aún podía suceder, pero estaba dispuesta a asumir el riesgo. —Sí.