No había hablado con su esposa de fabricarme: estaba intentando transformarme a mí en su esposa. Debió de utilizar conmigo aquella máquina de la memoria, con la esperanza de instilar en mí los recuerdos de mi madre. Por supuesto que nunca me había amado. Yo era la vasija de otra persona, un secreto, un experimento. Me hice un ovillo y rompí a llorar.