Sara R.

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Y su mundo fue una casa con paredes que la aislaban del mundo. Lo peor, colegía Emilia, que fue testigo durante toda su vida de aquel frenesí de limpieza que llegaba hasta las hojas de las plantas, es que su madre nunca se permitió el desahogo de la rabia, que también le había sido proscrita.
Qué hacer con estos pedazos
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