Eras una criatura verdaderamente especial, Hoffman. Tomaste a la bebé de las axilas y la levantaste para que te mirara a la cara. —No le hagas caso a esa vieja bruja —le dijiste con seriedad—. Eres preciosa y nunca voy a dejar que nadie te haga sentir lo contrario, ¿me entiendes? Olivia pataleó de alegría en el aire como respuesta y eso fue para ti suficiente.