SotoWorld

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Se miraron el uno al otro por un largo minuto, por una eternidad. Y luego, para sorpresa y deleite de ella, Cassian se endureció ante sus ojos. —¿Ves lo que me produces? —preguntó él—. ¿Ves lo que pasa cada vez que te miro, todo el tiempo, maldición?
Una corte de llamas plateadas (Una corte de rosas y espinas, #4)
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