More on this book
Community
Kindle Notes & Highlights
«No pretendas que las cosas ocurran como quie- res. Desea que sucedan como suceden y serás fe- liz»,
Si tu meta es obtener grandes bienes en la vida, recuerda que no debes permitirte el desear nada inferior a lo que ya te has planteado como objetivo.
«Esto en nada me compete, así que no tiene por qué importarme».
habrá cosas que sería grandioso poseer, pero que probablemente todavía no estés preparado para tenerlas. Por lo cual, si quieres actuar de forma prudente, acércate a ellas de manera que puedas retirarte cuando se te antoje, de manera discreta y medida.
Las cosas, por sí mismas, no nos perturban ni pue- den hacernos daño, pero la forma y el valor que les damos sí pueden alterarnos. Ni siquiera la muerte tendría tanta relevancia, si no fuera por el concepto o la idea que tenemos de ella.
Un ignorante culpará a los demás de sus propias desgracias, y una persona que recién comienza a instruirse, se culpará a sí misma. En cambio, una persona altamente instruida no culpará ni a los demás ni a sí misma.
No exijas que los acontecimientos sucedan como deseas. Mejor, deséalos tal como suceden realmente, y así te será posible ser feliz.
La enfermedad es un obstáculo para el cuerpo, pero no para tu voluntad, a no ser que decidas que así lo es.
lo que impide el progreso de otro no tiene por qué obstaculizar el tuyo.
Nunca digas «lo he perdido», sino «lo he devuel- to».
Es mejor ser un don nadie, libre de pesadumbres y miedos, que vivir en la abundancia y acosado por la preocupación;
Si quieres progresar, conténtate si te consideran tonto y aburrido en lo que respecta a lo externo. No pretendas hacer creer que lo sabes todo; y si a pesar de eso das la apariencia de un sabelotodo, desconfía de tu propio juicio.
Quien quiera ser libre, deberá acostumbrarse a no desear ni rechazar nada que dependa de otros.
Recuerda que eres un actor en una obra de teatro. Si el autor quiere que representes a un pobre, a un lisiado, a un gobernante o a un artesano, procura hacer un buen trabajo. Tu labor es representar con naturalidad ese pa- pel que se te ha consignado, y el elegir ese papel es función de otro.
La esencia real de la bondad solo se halla en las cosas que están bajo tu control.
No te esfuerces por apartar la vista de la muerte o cualquier evento doloroso; por el contrario, tenlos siempre presentes y hazlos cotidianos a tus ojos.
Si te enfocas en complacer constantemente a los de- más, ten por seguro que de esa manera irás perdiendo poco a poco tu propósito de vida. Conténtate con ser un filósofo; o sea, un buscador de la verdad. Y si deseas complacer a alguien, esa persona debes ser tú.
El herrero no le brinda zapatos a la patria, ni el zapatero le da armas. Basta con que cada cual cumpla con su rol. ¿No le estarías dando un servicio a la patria dándole otro ciudadano hon- rado y leal?
Es injusto y avaro pensar que puedes obtener una recompensa si no estás dispuesto a pagar su precio.
Si tú no lo consientes, nadie puede herirte. Solo te lastimarán si crees que has sido lastimado.
Compórtate de igual manera cuando te encuentres en la intimidad como cuando estés frente a un gran público.
Guarda silencio siempre que te sea permitido, y cuando hables, di solo lo necesario.
no hablemos de otras personas, ya sea para achacarlos, alabarlos o compararlos.
Evita hacer promesas siempre que te sea posible.
Procura darle al cuerpo, en lo que respecta a comida, bebida y vestido, solo lo estrictamente ne- cesario. Rechaza sin titubeo todo lo relacionado con la vanidad y el lujo.
Si alguien te dice que ciertas personas están ha- blando mal de ti, no te sientas ofendido y no niegues lo que se ha dicho; por el contrario, dile: «Lo que pasa es que no conocen mis otros defectos. Si los conocieran, hablarían mucho peor».
no te muestres más solícito con otros de lo que eres contigo mismo.
lo más valioso de todo placer es la satisfacción de haberlo controlado y superado.
Así como al caminar te cuidas de no pisar un clavo o de no torcerte un pie, de igual manera debes cui- darte de no dañar las facultades que gobiernan tu mente.
Todo tiene dos caras: una es soportable y la otra no.
Si ves que alguien se ha aseado en muy poco tiempo, no digas que es sucio, sino que se asea rápido. Si ves que alguien toma vino demasiado rápido, no digas que es un borracho, simplemente di que bebe con gran rapidez. A menos que conozcas la razón por la cual al- guien actúa de determinada manera, ¿cómo puedes saber si actúa bien o mal?
Recuerda que tu esfuerzo y abstinencia no se comparan en absoluto con las vicisitudes que atraviesa un pobre.
Al hombre culto se lo reconoce por no censurar, alabar ni acusar a nadie. Es alguien que no se autoproclama sabio o superior al resto.
Cuando encuentra un obstáculo o a alguien que desee impedir su cometido, no se enfada con las circunstancias sino consigo mismo. Si alguien le alaba, no se vanagloria de ello, y, si se le reprende, no busca nunca justificarse. Al contrario, se explora y se examina como si fuera un convaleciente, a fin de encontrar aquello que le está impidiendo mostrar la mejor versión de sí mismo.