Pero no solo se fue una fortuna en metálico por el desagüe holandés. La aventura salió carísima en términos humanos, culturales, políticos y de prestigio internacional. Los ochenta años de guerra en un rincón del continente detrajeron cuantiosos recursos que bien podrían haberse empleado en otros asuntos más convenientes. Si alguna vez existió eso que llaman la decadencia española, esta empezó por Flandes.