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A veces, dejar que suceda es todo lo que necesitas.
las cosas que han ocurrido no se pueden cambiar. No existe un conjuro que pueda deshacer el pasado. Ocurrió y permanecerá.
Nadie debería ser responsable de cumplir los sueños de otra persona.
que cuando una puerta se cierra, siempre se abre una ventana. —¿Y si la ventana también se cierra? —Golpeas la pared hasta abrir un agujero.
Así me gusta, resuelta y sin lamentaciones. La mirada puesta en el futuro.
La felicidad no depende de lo que nos pueda pasar, sino de cómo percibimos aquello que nos ocurre.
si ves una señal, no pases de largo y síguela. Porque, una vez que la dejas atrás, nunca vuelve.
las casualidades no existen y que todo pasa por algo.
En ese momento no lo sabes. Nunca lo sabes. Nadie reconoce el instante que va a cambiar su vida para siempre. Solo es uno más, que llega, pasa y todo sigue como si nada. Sin embargo, ha ocurrido. Algo ha cambiado y ya no hay vuelta atrás.
Dicen que tus decisiones marcan tu destino, pero ¿y si el destino me había elegido a mí? ¿Y si todo formaba parte de su plan? ¿Más señales?
lo que ha sucedido ya no puede cambiarse, ¿verdad? Solo queda aceptarlo y aguantar mientras duela. Aunque toda tu vida haya quedado trastocada. Otra vez.
Las personas no somos más que una capa tras otra de secretos. Motivos ocultos, enterrados en nuestros corazones, que nos da miedo compartir. Y, aun así, esperamos que los demás confíen en nosotros sin albergar dudas, como un salto de fe al que te lanzas con los ojos cerrados.
No sigas a nadie, y menos a un hombre. Si vuestro camino es el mismo, adelante, hazlo con él. Pero si no es así, por mucho que te duela, busca tu propio rumbo.
tengo que aprender a quererme a mí misma y que me baste con eso.
No basta con desear cambiar las cosas. Tienes que moverlas, darles la vuelta y transformarlas en lo que tú quieres que sean.
Porque conocerte a ti mismo puede ocuparte toda la vida. Porque hay viajes que solo te llevan hacia dentro, y nuestro interior, a veces, tiene el tamaño del universo.
Aquel día me di cuenta de algo: estamos acostumbrados a ver solo un lado de las cosas y nos comportamos como si esa pequeña parte de lo que sabemos y percibimos fuese un todo absoluto.
¿Cómo se perdona? Depende. No hay una fórmula concreta. Hay quien nunca lo hará, quien tarda una vida y quien solo necesita un instante. Lo importante es perdonar de verdad, sin condiciones ni expectativas, sin pretensiones. Perdonar solo por ti, porque tú lo necesitas para continuar. El perdón no es un favor que se concede, es un privilegio que te permites. Una libertad que no anulará el sufrimiento, ese se quedará en tu interior y siempre formará parte de ti porque no se puede borrar el pasado. Pero que cerrará las heridas y las transformará en cicatrices.
El amor no lo justifica todo y querer no siempre es suficiente.
A veces, amar de verdad es dejar ir a la otra persona antes de hacerle más daño. Amar es poner distancia y elegirte a ti mismo por encima de todo lo demás.
Aprendí a disfrutar de esos instantes. De los detalles. De lo que tenía delante de mí.
—A veces, las personas que nos importan no llegan a nuestras vidas para quedarse, sino para enseñarnos a madurar.
Porque, a veces, dejar que suceda es todo lo que necesitas.

