Una gran cantidad de prisioneros desaparecidos seguirían sin aparecer, y muchos niños robados por los militares y los policías en nuestros países durante los años del Plan Cóndor permanecerían en esa especie de no lugar que es la identidad sustraída: lo que no se es y, a la vez, lo que se es sin saber. Muchas jóvenes madres fueron chupadas por las dictaduras. Sus restos aún esperan.

