—Lo único que he deseado en la vida es hacer aquello que nací para llevar a cabo. —¿El qué? —inquirió Lore. —Guiar el corazón de los guerreros, la mente de los filósofos y las manos de los artesanos —respondió Atenea con determinación—. Y no volver a fracasar jamás en la defensa de una ciudad que esté bajo mi protección.