Iván Mejía

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cuando el doctor Ramírez Moreno terminó, tenía en sus manos el primer cheque, las tres cajas rectangulares y la convicción profunda de que estaba cumpliendo con su deber de católico y de conservador. En sólo media hora, Tuluá había sido incorporada a la cadena del terror y León María Lozano, el más católico y correcto de sus ciudadanos, como lo recita doña Midita al llegar a este momento, había quedado encargado de la dirección.
Cóndores no entierran todos los días (Spanish Edition)
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