Cóndores no entierran todos los días (Spanish Edition)
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La tara del Papa,
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convirtió en una leyenda la descabellada acción de León María Lozano cuando se opuso, con tres hombres armados con carabinas sin munición, un taco de dinamita que llevaba en la mano y una noción de poder que nunca más la volvió a perder, a que la turba incendiara el colegio de los salesianos e hiciera con los curas lo mismo que en las otras ciudades y poblados hicieron
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León María Lozano, vendedor de quesos en la galería, lo impidió.
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El doctor Navia no se hizo esperar, abrió la bodega del carro y sacó tres cajas rectangulares. El doctor Ramírez extendió su chequera y después de hacer una apología de lo que significaba para la religión católica la existencia de individuos defensores del orden establecido,
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cuando el doctor Ramírez Moreno terminó, tenía en sus manos el primer cheque, las tres cajas rectangulares y la convicción profunda de que estaba cumpliendo con su deber de católico y de conservador. En sólo media hora, Tuluá había sido incorporada a la cadena del terror y León María Lozano, el más católico y correcto de sus ciudadanos, como lo recita doña Midita al llegar a este momento, había quedado encargado de la dirección.
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Tuluá tenía el primer muerto oficial en sus calles. Era el 22 de octubre de 1949. Seis y treinta y dos minutos.
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la revista Life sacó, en cuarenta páginas, todo un recuento mágico de la guerra civil no declarada que se vivía en Colombia, encabezándola con el título de «La tierra de El Cóndor, el jefe de los pájaros».
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redactó a los gritos un telegrama al gobernador informándole de lo leído y firmado, no ya como León María Lozano, solamente, sino como El Cóndor, el jefe de los pájaros. Era febrero de 1953.
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decreto número 1.453 del gobierno nacional por el cual la condecoración de la Orden de San Carlos era entregada al ilustre colombiano León María Lozano,
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sería una mujer la única capaz de enfrentarse a los pájaros de León María, aunque ellos se hicieran los sordos y ciegos ante la denuncia.