Mi vida no consiste en hacerte feliz, joder! —grito. James se estremece y retrocede un paso. Resbala del peldaño superior y parece que va a perder el equilibrio, pero lo recupera en el último momento. Me mira, y sus ojos reflejan tal indescriptible conmoción que me quedo sin aliento. —James —digo con la voz quebrada. Él sacude la cabeza. —No, tienes razón. Yo... no debería haber venido aquí.

