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—Si fuera su novia habría estado en el funeral —señala el chico tan alto que hasta yo puedo oírlo. —Ya, por eso digo «secreta». A lo mejor es uno de sus trapos sucios. Ya sabes que él tiene la tira. Se oye un fuerte chasquido. Se me ha caído la bandeja. Los trocitos de cristal y cerámica llenan el espacio alrededor de mis pies. Me quedo mirando un par de guisantes que ruedan por el suelo; no puedo moverme para recogerlos. Mi cuerpo está petrificado.
—Señorita Beaufort, ¿puedo proceder a la presentación? —Los ojos de la doctora Hearst brillan—. ¡El bebé número dos! —Señala
—Y tampoco cambia mi propósito de empezar el año sin ti —continúa. El dolor que me causa esta frase me impide respirar. Conozco a Ruby. Cuando se ha puesto una meta la persigue, y no deja que nadie la desvíe de su camino. Ha venido para poner punto final. —Nunca más volverá a suceder... Nunca más volveré a hacer algo semejante —digo entre sollozos. —Espero que sea así con tu próxima novia. Noto que el pánico se apodera de mí. —¡No habrá otra, joder!
—Te... te deseo un feliz año nuevo, James. —En los ojos de Ruby se refleja el mismo dolor que paraliza mi cuerpo. —Ruby, por favor... —consigo decir. Pero ella abre la puerta y sale.
Como vuelvas a besar a alguien que no sea Ruby, yo misma te cortaré la lengua.
Mi vida no consiste en hacerte feliz, joder! —grito. James se estremece y retrocede un paso. Resbala del peldaño superior y parece que va a perder el equilibrio, pero lo recupera en el último momento. Me mira, y sus ojos reflejan tal indescriptible conmoción que me quedo sin aliento. —James —digo con la voz quebrada. Él sacude la cabeza. —No, tienes razón. Yo... no debería haber venido aquí.
No sé si soy capaz de estar a solas con él en una habitación. Si está delante de mí y me observa con su mirada profunda, hasta el gran Boyd Hall se vuelve diminuto de golpe.
Da igual lo que haya ocurrido entre nosotros: siempre será una parte de mí como yo la seré de él.
mientras sus palabras me invitan a creer que tal vez sí hay esperanza para nosotros.
—Gracias por haberme salvado la noche, Ember —dice Wren, y sus palabras suenan sinceras.
tiene la sensación de que te has vuelto más importante para mí que cualquier otra cosa. —James hace una breve pausa antes de seguir hablando—. Y no se equivoca.
—No quiero que nunca más se interponga algo entre nosotros, Ruby —musita.
Cuando te veo, me parece que todo en mi vida funciona bien. Siento como si estuviera en casa..., me refiero a estar en casa de verdad. Yo nunca he experimentado algo así, Ruby. Con nadie. Me haces ver que no estoy solo. Y esto es lo que más he echado de menos. Esa sensación de... estar completo.
Entonces me acerco, alejo todos los pensamientos de mi mente y, por primera vez en dos meses, beso a la chica a la que amo.
Soy la última que baja del autobús. Y cuando desciendo la escalera, lo veo. James está apoyado en la verja del campo de juego, justo frente a la parada de bus. Me mira sonriendo casi como con timidez,
Esta vez no espera a que yo llegue a su lado, sino que sale a mi encuentro. Su sonrisa no se desvanece, al contrario.
Miro a James de reojo y esa sensación se debilita un poco, porque actúa como si fuera lo más normal del mundo que vayamos al Boyd Hall cogidos de la mano.
—Nos vemos después. No suena a pregunta sino a afirmación, y yo asiento. —Hasta luego —me susurra, acariciándome el dorso de la mano con el pulgar. Todo mi cuerpo vibra a causa de ese leve roce. —Hasta luego.
pesar de todo, tengo algo así como la esperanza de que vamos a superarlo. Entre James y yo todavía no está todo arreglado. Han pasado demasiadas cosas y aún me da mucho miedo la posibilidad de que vuelva a hacerme daño. Pero ayer me sentí feliz y quiero aferrarme a ese sentimiento mientras sea posible.
Cada mañana la voy a buscar a la parada del autobús y la acompaño a su clase.
Querida Ruby: Nuestra conversación, el sábado pasado en la gala, me resultó muy inspiradora. La próxima vez que vaya a Londres, me alegraría poder recibirla en mi despacho. Cordialmente, Alice Mi respuesta casi se escribe sola. ¿Cuándo vamos?
Luego me pasa el móvil por encima de la mesa. Repaso su lista de «leídos» y me quedo boquiabierta por todo lo que veo ahí: algunos mangas, pero también toda una serie de lecturas clásicas, infantiles y para jóvenes, como Harry Potter, Percy Jackson y obras de John Green y de Stephen Chbosky.
—¿Preferirías que me marchara? James no duda ni un segundo. —No, claro que no. Cuanto antes se haga a la idea de que formas parte de nosotros, mejor. Mi cuerpo se llena de ternura con estas palabras. Cojo el brazo de James y le doy un pequeño apretón.
—Estoy a tu lado —digo. Son solo cuatro breves palabras, pero en ese momento pongo todo lo que puedo dar en esas pocas sílabas.
Acto seguido me coge la mano. Entrelaza sus dedos con los míos y aprieta con dulzura. —Y yo estoy a tu lado. Pase lo que pase. Me reclino hacia atrás y apoyo la cabeza en su hombro.
—¿En serio? Recuerdo aquellos tiempos en que aborrecías nuestras fiestas —observo—. ¿Y ahora incluso quieres una foto de pareja como recuerdo?
Cuando nuestros labios se encuentran, es como si una corriente eléctrica circulara por mi cuerpo.
un simple beso suyo basta para poner mi mundo patas arriba y hacerme olvidar todo lo que me rodea.
Por primera vez desde que lo conozco, parece creer en su propia felicidad. Y esto me alegra enormemente.
—Quiero decir que tú eres lo primero en lo que pienso cuando me despierto. Todo el día pienso en ti. Cuando me pasa algo divertido, es a ti a la primera a la que quiero contárselo. Oigo tu voz por la noche, al acostarme. Por Dios, Lydia, te quiero. Ya te quería la primera vez que hablamos por teléfono. Nunca dejaré de quererte, incluso a sabiendas de que no tenemos posibilidades de salir adelante.
—No tienes ni idea de lo que se siente, James. Esperar algo durante años